Once upon a time, que dicen los anglosajones (y no quiero rimas, que yo sé de buena tinta que a algunos de vosotros os va la marcha). Pues sí, allá por los ochenta o quizás antes ya bullía en mis interioridades el amor por la madera. Con anterioridad, es verdad, ahora lo recuerdo, tendría sobre los doce años, en aquel gran gimnasio del vetusto colegio habilitado como sala de trabajos manuales, había disfrutado como un vendito con la construcción en contrachapado de la maqueta de una masía catalana.
Ha llovido mucho. En el camino descubrí navajas, formones, escofinas…y alguna que otra mala gubia con que empezar a trabajar en los bastones que cogía para caminar por el monte. Y al fin, con muchas ganas y empeño, encontré buenos libros, buenas herramientas y buenas maderas para seguir trabajando y aprendiendo.
Pero ha habido algo no hace mucho tiempo, sólo unos pocos años, que me ha permitido conocer un mundo que yo creía medio dormido y en el que he descubierto agradablemente la existencia de más buenos libros, más y mejores herramientas y, lo que es importantísimo y maravilloso, una infinidad de gente que siente el mismo amor que yo por la madera. Ese ALGO está haciendo que los profesionales y los aficionados a la talla en madera, quizás a veces demasiado individualistas y solitarios, nos comuniquemos con más facilidad y asiduidad, que la llama de la motivación arda con nuevos y renovados brillos, que el entusiasmo cunda y que las ganas de crear bellas obras con madera se contagien. Y ese ALGO es INTERNET.
Gracias INTERNET.