Coplas: "De la talla soy amigo” (por pemaro, para laúd o guitarra)
De tan penosa manera
atado, inerte, descansa
el tablero.
Sobre una mesa, altanera,
acaba su vida mansa
el tilero.
Extraño ritual comienza
conjuro de arte y ciencia
muy arcana.
Nuestro tallador no reza,
no le pesa la conciencia,
tan humana.
En la diestra, con la gubia
la siniestra, con la maza
va sustraendo
recia viruta sabia
y con visible templanza
va aprendiendo.
No cabe remordimiento
si pone pasión en su obra
tan amada,
si tiene conocimiento
del provecho de su labra
terminada.
No es un sabio ni un artista
más domina su materia
como experto.
Avezado anatomísta,
desentraña la materia
con acierto.
Conoce el comportamiento
de los leños y sus hilos
apretados.
Aplica el asentamiento
sobre cuero los sus filos
amolados.
Al perfilar usa el buril.
Al desbastar la mediacaña
hecha en Suiza
El comparador y gramil
al medir, con gran maña
reutiliza.
A quien gusta de la talla
la madera le regala
su modestia.
El árbol pese a su talla
no maldice a quien le tala
como bestia.
Desde la edad de piedra
del hombre fue la madera
gran aliada
Nuestra odisea desmedra
sin favor desta manera
abnegada.
Sin pedir nada, nos diera
cuna, báculo, leña
o mortaja.
Al morir, sea dulce o fiera,
la Reina, es solo dueña
de su caja.
Afán vano pareciera,
eterno soplo de vida
conseguir.
Materia perecedera
si nadie la revalida
se va a extinguir.
El artesano confía
que otorgue, la belleza,
eternidad.
Y a ello, con pasión, porfía,
dedicando con grandeza
su voluntad.
Es disfrute solitario
que la mente concentrada
hace soñar.
El tablero solidario,
al corte marca la entrada
sin engañar.
Ignora un mayor disfrute
que le permite su oficio,
si eso cabe.
Departir modestamente
con quién de su sacrifico
igual sabe.
No hay mejor conversación
que la que los artesanos
establecen.
Hallan que por afición,
idénticos, pero sanos
guisos cuecen.
Amigas y amigos son
los que un día se unieron,
no sin razón.
Y una tal Asociación,
al final constituyeron
de corazón