Solía bromear diciendo que su vocación por la escultura le venía de su época de lactancia. Su ama de cría era esposa de un tallista de piedra.
En la escuela no le preocupaba más que el dibujo, lo que le supuso alguna que otra azotaina de su progenitor, que no obstante lo introdujo pronto en los mejores talleres.
A los 6 años de edad murió su madre. Con un padre a la antigua usanza y un hermano fraile, se consideraba más religioso esculpiendo cuerpos armoniosos y bellos al estilo pagano de la Antigüedad clásica que buscando la expresión psicológica y moral.
Consideraba a la pintura, menos pura que la escultura, “buena para mujeres y vagos”. Simula la apariencia de las cosas, seduce por su magia ilusoria y dá más importancia al color que a la idea.
¿Sabéis de que artista estamos hablando?