Tallistas - Escultores

Hablando de pintura y escultura

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El artículo de esta semana tiene vocación de ser corto pero intenso.

Magnifica talla, anatómicamente perfecta.
Es española y del año 1603, mide 190 cms.
Fue realizada por Juan Martínez Montañés de quien hemos hablado extensamente en otro artículo.

Eso nos sitúa en Sevilla.

Montañés recurría al mejor pintor de la época para asegurar que la policromía no desmereciera su trabajo.

Hablamos de Francisco Pacheco.








Era una época en que pintores y escultores estaban llamados a entenderse.

 

Ocurre algo hermoso que sólo valoramos en su justa medida los tallistas y es que la naturaleza tridimensional de la escultura ayudó a los pintores, históricamente mucho mejor considerados.

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En 1614 Pacheco influido por la escultura de Montañés pintó al óleo un cristo escultórico sobre madera de cedro de 58 x 37,6 cms

El tratamiento de la luz y de las sombras e incluso las pinceladas que generan las sombras bajo las axilas de Cristo que se prolongan en el brazo izquierdo, así como los hilos de sangre son extraordinariamente parecidos a las de la escultura.


Pacheco defendía a ultranza el apoyo de Cristo sobre los dos pies clavados a un soporte.

El alumno más célebre de Pacheco vio la escultura de Montañés y el cuadro de su maestro.

 

 

 

 

 

 

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Una de sus obras más reconocida que define mejor el genio de Velazquez es el Cristo crucificado que realizó en 1630. Mide 248 x 169 cms.

Es la más escultural de sus pinturas y tiene una notable influencia de Montañés adaptada entrañablemente a las preferencias de su maestro Pacheco.

El modo en el que sitúa el cuerpo de Cristo fuera de cualquier contexto narrativo, y la iluminación contra un fondo oscuro hace que resalte tremendamente.
Las fuertes sombras debajo de las axilas y en las palmas de las manos semejan las de una escultura de madera. La silueta proyecta una sombra en el vacío de detrás dando mayor sensación de un cristo de palo.



La deuda de Velázquez con la escultura resulta evidente y nos llena de orgullo. El mismo que debió sentir el maestro de tan ilustre alumno.

No hay alumnos sin maestros. En ese sentido va la segunda lectura de este escrito, pero esa deberás descubrirla por ti mismo.

 

Buena talla.

 

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