Una fresca mañana de principios de junio-2008, viendo fotos de un libro de trabajos en madera, vi la talla de una flor que me inspiró. Papel, lápiz, madera, gubias y unos pocos días de vacaciones con un poquito de voluntad hicieron el resto. Y aquí está el resultado. Colorín colorado, esta historia se ha acabado porque, como dice la canción, al final llegó el final. |
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En el principio hubo la idea, papel y lápiz...y dejar que la imaginación busque en los rincones de la memoria aquellas imágenes que pudieran tener alguna relación con la idea original. El lápiz se pone en marcha, y el papel, poco a poco, se va llenando de las líneas que van a conformar el diseño que luego trasladaremos a la madera.
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Sobre el banco, madera y diseño...y en la mente una visión confusa aún de la obra que será. Alea jacta est, que dirían los romanos. Mirando y pensando me quedo un buen rato y ya voy sintiendo correr por mis venas la llamada de ese trozo de madera que quiere ser transformado, el grito de la forma que duerme en el interior y lucha por mostrarse ante los ojos del mundo.
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Pero, ay!, sin prisas, que toda obra exige su trabajo y cada trabajo requiere su tiempo. Así, con paciencia y unas pocas nociones de dibujo traslado el diseño inicial al trozo de Tilia Vulgaris, que no dejará de ser Tilia pero sí Vulgaris.
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Y, cómo no, las mejores herramientas para llevar a cabo la empresa. Que en esta singladura en que inesperadas tormentas pueden salirte al paso y no se sabe bien qué vientos andan al acecho como fieras salvajes, es muy importante,- imprescindible, vamos-, contar con las mejores armas. |
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He aquí, voilà, dispuestos y preparados para la primera batalla dos sencillos pero importantes y contundentes elementos: la gubia Pfeil 14/8 para marcar todo el dibujo con su forma en V y la robusta maza de olivo de fabricación propia que irá golpeando con precisión para ir sacando las primeras virutas. Qué más quieres, puedes empezar cuando lo desees, sin miedos
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