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Tallistas - Escultores

Apolo y Dafne de Bernini

Ratio: 4 / 5

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En la Galería Borghese se guarda una de las obras más sorprendentes de la escultura universal.
El Barroco intenta acercar las fronteras entre lo material y espiritual en aras del impacto visual, de la disposición teatral en el espacio.
Se concede la misma importancia al virtuosismo de la obra escultórica  como a la pintura y  arquitectura que la rodean.

 

Bernini fue precursor del “bel composto”, del bello conjunto que unifica ante el espectador el efecto de la iluminación y reverberación de la luz sobre el mármol blanco y añade alrededor del motivo principal un escenario muy estudiado para conseguir el efecto deseado.


Gian Lorenzo Bernini nació el 7 de Diciembre  de 1598 en Nápoles, ciudad en la que su padre Pietro, toscano, trabajaba como escultor. Al poco tiempo Pietro se trasladó con su familia a Calabria.  En 1605 se instalan en Roma y Pietro obtiene la protección del cardenal Scipione Caffarelli-Borghese y la ocasión de mostrar el precoz talento de Gian Lorenzo.
La Roma de inicios del siglo XVII experimentaba las más revolucionarias técnicas de artistas como Caravaggio,  Annibale Carracci o Peter Paul Rubens
Gian Lorenzo  contaba 23 años de edad cuando entre 1621 y 1625 realizaría cuatro obras que lo consagrarían como un maestro de la escultura y le permitirían a lo largo de su vida  la protección de siete Papas. Se trata de los cuatro grupos escultóricos basados en temas mitológicos y bíblicos encargados por el cardenal Borghese.
“Eneas, Anquises y Ascanio”, basado en la Eneida, el “Rapto de Proserpina,” el “David” y “Apolo y Dafne”. Las cuatro obras permanecen actualmente en la Galería Borghese de Roma, con pocas alteraciones respecto al escenario original para el que fueron concebidas.
Bernini se desarrolló  como escultor, arquitecto y pintor hasta su fallecimiento en Roma el 28 de Noviembre de 1680.
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“Apolo y Dafne” se basa en la obra “Metamorphoseon”  (La metamorfosis). Del poeta romano  Publio Ovidio (Sulmona, 20 de marzo de 43 a. C. –Constanza, 17 d. C.), Un poema en 15 libros escrita en hexámetros. Consta de más de 250 narraciones mitológicas que se suceden en el tiempo desde el origen del mundo romano y griego hasta la transformación en estrella del alma de Julio César .
“Apolo quiso competir con Eros en el arte de lanzar flechas. Eros, molesto por la arrogancia de Apolo, ideó vengarse de él y para ello le arrojó una flecha de oro, que causaba un amor inmediato a quien hiriere. También hirió a la ninfa Dafne con una flecha de plomo, que causaba el rechazo amoroso. Así que cuando Apolo  vio un día a Dafne se sintió herido de amor y se lanzó en su persecución. Pero Dafne, que sufría el efecto contrario, huyó de él. Y la ninfa corrió hasta que agotada pidió ayuda a su padre, el río Peneo, el cual determinó convertirla en laurel. Cuando Apolo alcanzó a Dafne, su cuerpo se cubrió de dura corteza, sus pies fueron raíces que se hincaban en el suelo y su cabello se llenó de hojas. Apolo se abrazó al árbol y se echó a llorar. Y dijo: «Puesto que no puedes ser mi mujer, serás mi árbol predilecto y tus hojas, siempre verdes, coronarán las cabezas de las gentes en señal de victoria»

“Metamorphoseon”  de Ovidio (fragmento bilingüe)


533 ut canis in vacuo leporem cum Gallicus arvo
534 vidit, et hic praedam pedibus petit, ille salutem;
535 alter inhaesuro similis iam iamque tenere
536 sperat et extento stringit vestigia rostro,
537 alter in ambiguo est, an sit conprensus, et ipsis
538 morsibus eripitur tangentiaque ora relinquit:
539 sic deus et virgo est hic spe celer, illa timore.
540 qui tamen insequitur pennis adiutus Amoris,
541 ocior est requiemque negat tergoque fugacis
542 inminet et crinem sparsum cervicibus adflat.
543 viribus absumptis expalluit illa citaeque
544 victa labore fugae spectans Peneidas undas
545 'fer, pater,' inquit 'opem! si flumina numen habetis,
546 [quae facit ut laedar mutando perde figuram.]
547 qua nimium placui, mutando perde figuram!'
548 vix prece finita torpor gravis occupat artus,
549 mollia cinguntur tenui praecordia libro,
550 in frondem crines, in ramos bracchia crescunt,
551 pes modo tam velox pigris radicibus haeret,
552 ora cacumen habet: remanet nitor unus in illa.
553 Hanc quoque Phoebus amat positaque in stipite dextra
554 sentit adhuc trepidare novo sub cortice pectus
555 conplexusque suis ramos ut membra lacertis
556 oscula dat ligno; refugit tamen oscula lignum.
557 cui deus 'at, quoniam coniunx mea non potes esse,
558 arbor eris certe' dixit 'mea! semper habebunt
559 te coma, te citharae, te nostrae, laure, pharetrae;
560 tu ducibus Latiis aderis, cum laeta Triumphum
561 vox canet et visent longas Capitolia pompas;
562 postibus Augustis eadem fidissima custos
563 ante fores stabis mediamque tuebere quercum,
564 utque meum intonsis caput est iuvenale capillis,
565 tu quoque perpetuos semper gere frondis honores!'
566 finierat Paean: factis modo laurea ramis
567 adnuit utque caput visa est agitasse cacumen.

Como el perro en un vacío campo cuando una liebre, el galgo,
ve, y éste su presa con los pies busca, aquélla su salvación:
el uno, como que está al cogerla, ya, ya tenerla
espera, y con su extendido morro roza sus plantas;
la otra en la ignorancia está de si ha sido apresada, y de los propios
mordiscos se arranca y la boca que le toca atrás deja:
así el dios y la virgen; es él por la esperanza raudo, ella por el temor.
Aun así el que persigue, por las alas ayudado del amor,
más veloz es, y el descanso niega, y la espalda de la fugitiva
acecha, y sobre su pelo, esparcido por su cuello, alienta.
Sus fuerzas ya consumidas palideció ella y, vencida
por la fatiga de la rápida huida, contemplando las peneidas ondas:
«Préstame, padre», dice, «ayuda; si las corrientes numen tenéis,
[verso interpolado]
por la que demasiado he complacido, mutándola pierde mi figura».
Apenas la plegaria acabó un entumecimiento pesado ocupa su organismo,
se ciñe de una tenue corteza su blando tórax,
en fronda sus pelos, en ramas sus brazos crecen,
el pie, hace poco tan veloz, con morosas raíces se prende,
su cara copa posee: permanece su nitor solo en ella.
A ésta también Febo la ama, y puesta en su madero su diestra
siente todavía trepidar bajo la nueva corteza su pecho,
y estrechando con sus brazos esas ramas, como a miembros,
besos da al leño; rehúye, aun así, sus besos el leño.
Al cual el dios: «Mas puesto que esposa mía no puedes ser,
el árbol serás, ciertamente», dijo, «mío. Siempre te tendrán
a ti mi pelo, a ti mis cítaras, a ti, laurel, nuestras aljabas.
Tú a los generales lacios asistirás cuando su alegre voz
el triunfo cante, y divisen los Capitolios las largas pompas.
En las jambas augustas tú misma, fidelísisma guardiana,
ante sus puertas te apostarás, y la encina central guardarás,
y como mi cabeza es juvenil por sus intonsos cabellos,
tú también perpetuos siempre lleva de la fronda los honores».
Había acabado Peán: con sus recién hechas ramas la láurea
asiente y, como una cabeza, pareció agitar su copa.
 
     
 
 

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Bernini comenzó esta obra en 1622 para responder a la petición del cardenal Scipion Borghese.
La interrumpió para realizar su “David” y la terminó en 1625.

En su base reza: “Quién ama seguir las formas fugaces de los placeres, se encuentra al final con hojas y bayas amargas en su mano”. Esta anotación fue escrita en latín por el propio Urbano VIII (1623-1644) para justificar la presencia de una obra pagana en la Galería del cardenal Scipion.

Bernini se fija en el momento en el que la ninfa alcanzada por el dios Apolo, se transforma en un árbol, al poner la mano sobre ella.
Esta sorprendente metamorfosis parece desarrollarse ante nuestros ojos, en el momento mismo en el que la joven le increpa trágicamente para escapar de ese amor no correspondido, produciendo así un crescendo emotivo que culmina en el grito de Dafne y en sus manos ya convertidas en follaje.



El tratamiento de los pies de Dafne, convirtiéndose en raíces y de sus piernas, uniéndose en un tronco por la corteza que emerge, muestran una imaginación y virtuosismo difícilmente superables.


Podéis ver esos detalles en el siguiente video.

 


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