Creo no equivocarme si digo que, a los amantes de la talla en madera, nos gusta descubrir, abrir nuevos horizontes. Tal vez no sea otra cosa lo que busca nuestra gubia cuando da forma a la madera.

Quiero mostraros una imagen de yeso. Mide 1,74 metros. Fue mi primer contacto con algo inesperado, el “museo durmiente”. 

 ¿A quién representa esta figura dormida que enreda su muñeca, pierna y antebrazo izquierdos en una tela ?

Si no la habéis visto antes os propongo hacerlo desde otra perspectiva, ¿acaso no es esa posibilidad lo que distingue una escultura de otro tipo de representaciones?

 

 

 

Lograda composición, casi más sensual que la anterior.

Una idea realmente atrevida y moderna.

Un acierto del autor. ¿Quién es?.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

  

Pero nos queda otra perspectiva.  ¿Con qué nos sorprenderá el artista?.

 

 ¿Habéis caído en la trampa?.  

 

Es lo primero que uno aprende al tallar madera.

Nunca prejuzgar ni precipitarse.

 

 

 

 

Lo sorprendente es que esta  figura, que incide  con tanta naturalidad en un tema actual, tiene 2.311 años. 

Es del siglo III antes de Cristo.

El original en mármol se conserva en el Museo del Louvre. Fue hallada en Roma bajo el pontificado de Paulo V, cerca de las Termas de Diocleciano. Se atribuye al escultor ateniense Policles.

Varias Venus como la del Espejo que pintara Velázquez muestran similitudes con esta obra clásica.

¿Escultura griega pagana?.  Según cómo se mire. La fábula griega cuenta que el hijo de Hermes y Afrodita era un joven de seductora belleza. La Ninfa Salmacis se enamoró de él. Un día se desvistió y se lanzó a nadar al lago donde vivía Salmacis, que se abrazó a él forcejeando mientras rogaba que nunca se separaran. Los dioses le concedieron su deseo y ambos cuerpos se fusionaron en uno solo.

El por su parte suplicó que el lago arrebatara la virilidad a todo el que se bañara en él. Este deseo también le fue concedido. ¿Cómo llamaríais al hijo de Hermes y Afrodita? ... ¡Hermafrodito!

Se trata de Hermafrodita, concretamente se conoce a esta escultura como Hermafrodita Borghese. ¿Una imagen mitológica entonces?. Sería más correcto, si. ¿Fue la mitología una forma de religión para griegos y romanos? No estoy seguro de la respuesta.

Pero volvamos al museo durmiente.

En 1877 por una Real orden, a iniciativa de Antonio Cánovas del Castillo se crea el Museo Nacional de Reproducciones artísticas.

El Gobierno Español reconocía el beneficio que, para nuestra cultura, tendría el poseer una colección de las obras artísticas mas famosas de la antigüedad para enseñanza y disfrute del arte.

Estuvo ubicado en el llamado Casón del Buen Retiro de Madrid hasta 1961 y dispuso de un taller propio de vaciados. En esa fecha la Dirección General de Bellas Artes tomó la decisión de dedicar este recinto a Sala de Exposiciones, relegando el Museo a sucesivas instalaciones provisionales cada vez más reducidas, que acabó con una parte importante de sus efectivos.

Permaneció depositado en diferentes sótanos durante más de 30 años. Se trasladó en 1990 a otro recinto donde ocurrió lo mismo.

En 2011 las casi 3000 copias obtenidas por vaciados de los originales, pasaron a formar parte del Museo Nacional de Escultura de Valladolid.

Está valorada como una de las mejores colecciones de Europa. La Casa del Sol de Valladolid muestra al público una pequeña selección. Un compendio de algunas de las obras maestras de este género que se encuentran repartidas por los museos más importantes del mundo, como el Louvre, en París; el Británico, de Londres; el Museo Vaticano; o el Arqueológico de Olimpia.

Son centenarias y realizadas en los mejores talleres de vaciado de Europa. Documentan obras antiguas hoy perdidas. En el siguiente video tenéis detalles de las fotografías que obtuve en mi reciente visita.

Os aconsejo que lo veáis a pantalla completa. No pierde resolución.

 

A mi me sugieren tres cosas importantes. 

Una es la perfección y calidad inigualables de la escultura antigua, griega y romana. De su originalidad, ya hemos tenido una muestra, antes. En las fotografías he pretendido resaltar su sorprendente dominio de la anatomía. 

Imagino el impacto que tuvo, desde el renacimiento, la contemplación de obras semejantes.

El 14 de Enero de 1506 un campesino se topó con fragmentos de una estatua de mármol, mientras labraba sus viñedos en la colina del Esquilino. Estos hechos pronto llegaron a oídos del Papa Julio II quien rápidamente envió a su arquitecto Giuliano da Sangallo que acompañado de Miguel Ángel descubrieron el Laocoonte.

El Papa la hizo transportar, en desfile triunfal, por las calles de Roma. Las multitudes se agolpaban y a su paso cubrían al Laocoonte de pétalos de flores mientras el Coro de la Capilla Sixtina entonaba himnos solemnes. La procesión finalizó con la entrada de la escultura en el patio de Belvedere que Bramante diseñó para los Palacios Vaticanos. Una celebración a la altura del hallazgo del siglo.

La segunda  tiene que ver con lo que yo llamaría prejuicios hacia la escultura religiosa española, realizada fundamentalmente en madera. ¿No son acaso las figuras griegas representaciones de la divinidad?

Los vaciados en yeso no están policromados, pero los originales si lo estuvieron y profusamente, por los mismos motivos: lograr un mayor realismo.  

Ocasiones como esta, me hacen intuir similitudes en la intencionalidad artística de mitología y religión.

Ambas se basan en una teoría sobre el origen del mundo, ambas representan entes sobrenaturales que intervienen en la vida del hombre, ambas intentan sugerir una moral para que el ser humano viva, ambas se fundamentan en libros "sagrados" y son contratadas por instituciones, como mínimo, no laicas.

 La tercera, mejor apuntarla escuetamente, no sea que se adivine mi indignación. Tiene que ver con el derecho del púbico a acceder a las colecciones museísticas antes de que se deshagan en lóbregos nichos de humedad.