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La hoja de acanto en la talla barroca
De lo que con autoridad habla nuestro amigo E.J. es del esplendor de una idea artística que llamamos barroco. En su caso más que hablar con palabras, prefiere describir su identidad con dibujos y golpes de gubia.
Te digo desde ahora, amigo, que lo que te vamos a mostrar representa algo propio dentro de las distintas formas de entender ese estilo en Europa.
El barroco español tiene de peculiar cuatro aspectos definitorios: religiosidad, sobriedad, emotividad y lo más destacable para nosotros, que se construye en madera.
Nuestro país eleva a nivel de Arte el material de la pobreza.
Artesanos de Granada, Sevilla, Ciudad Real , Pola de Allande o Quito, al otro lado del charco, construyen aún en la actualidad, su propio barroco.
Si hablamos de ornamentación, hablamos de decorar edificios, estancias, salones, templos…Si buscamos de nuevo la clave, basta una ojeada a nuestro importante patrimonio rupestre: Líneas geométricas y motivos naturales. Esa constante se mantiene desde Altamira, hace 35.000 años, hasta los inicios del Barroco español, hace 360 años.
Es por ello que me alegra declarar, ¡guárdame el secreto!, que el arte de Esteban es inmortal.
Podríamos hablar un rato del retorcimiento de formas del barroco, pero es más útil simplificar.
Los elementos que nos va a mostrar el maestro E. J. se basan en la reinterpretación artística de la hoja de acanto. Algo muy cercano, nuevamente humilde pero hermoso.
En realidad un espino presente en la cuenca mediterránea, origen como sabes, de una cultura peculiar, importante sí, pero no única. ¡No hace falta ser chauvinista!
El acanthus romano proviene de ἄκανθα, ἄκανθαης que en griego significa “planta espinosa”
Alguien, tal vez Calímaco, escultor, orfebre y pintor activo en Atenas del 432 a 408 a. C., se percató de su "rizada belleza" que estimulaba la imaginación.
La historia convierte los rizos en zarcillos que se enroscan originando serpientes y grifos.
La civilización se dio cuenta de otro detalle, que la hoja de acanto se divide en tres pares de hojas secundarias rizadas. El número tres. La clave mágica de casi todo lo humano.
En el siglo I a.C. un arquitecto romano ,Marco Vitruvio, nos deja el regalo de recopilar en su obra “Los diez libros de Arquitectura”, el origen del capitel griego más elaborado.
El tercer orden, llamado corintio, imita, según Vitruvio, la delicadeza de una muchacha, la fragilidad de los miembros juveniles unido al acierto de sus adornos femeninos.
En otra parte explica que Calímaco, observó al pasar delante del sepulcro de una joven de Corinto, un vaso sobre un canasto de mimbre en el que había enraizado, enroscándose, una planta de acanto. Inspirándose en esa composición levantó pioneras columnas, en esta próspera ciudad del Peloponeso.
Con semejante semilla basta dejar que los artistas de cada época, redefinan la idea primordial que emana de la aparentemente impasible naturaleza.
En época de Miguel Ángel, aparece el manierismo “ a la manera de”. El renacimiento supone un reencuentro con la impactante expresión artística clásica, de griegos y romanos. El barroco adopta formas manieristas y el viejo motivo de la hoja de acanto da lugar a formas similares a estas:
Para dibujar una hoja barroca debes olvidar la forma que tiene en la naturaleza. Una cabeza semiesférica, influida por la forma de las gubias que la ha de tallar, formada por la hoja apical que se enrosca junto a sus hijuelas va a constituir el remate en un extremo siendo el otro un caracolillo, una voluta u otra cabeza. El tallo va a adoptar formas curvas bien marcadas, en forma de C o de S. Algo así…
Ha llegado el momento de que veas el primer vídeo de la serie. Entenderás mejor de lo que habla E. y apreciarás que tiene un gran dominio, también teórico, del tema.
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Menciona varios términos del argot propio de esta especialidad de talla ornamental. Habla de troncar la talla y de desarrollar una plasta muy elaborada. Define el estilo que identifica al taller de Baza (Granada), Hijos de E. J. Líneas muy bien definidas que como se puede ver en la siguiente comparativa, difiere de la que por ejemplo se hace en Sevilla.