Mencionamos, en el capítulo anterior, ocho mecanismos de sobreexcitación de áreas del cerebro que de forma consciente o inconsciente utilizarían los artistas, especialmente los que reconocemos como genios:
La exageración de determinados atributos de un estímulo, el centrarse en destacar sólo uno de esos atributos, (forma, color, movimiento…), la exageración de los contrastes, incluir formas camufladas que producen placer al ser descubiertas, la resolución de problemas perceptivos, preferir interpretaciones visuales genéricas en lugar de concretas, (metáforas), la profundidad y la simetría matemática.
Vamos a intentar analizar la escultura, considerada como más bella y perfecta del Mundo, desde este punto de vista.
Un hecho notable es la enorme influencia histórica de un artista en otro.
El Doríforo de Policleto, que podéis ver en la fotografía, fue realizado hacia el 450 antes de Cristo. Corresponde a un joven en el máximo desarrollo de su fuerza muscular.
La pierna derecha soporta el peso del cuerpo y comprime la cadera; la pierna izquierda está retrasada, apoyando solamente los dedos del pié. Una rama semioculta permite el soporte trípode de la estatua. Es el recurso técnico, de un arquitecto, para distribuir las cargas. No obstante su reducción a la mínima expresión habla de los conocimientos del escultor que utiliza para mostrar el eje vertical y aligerar la figura.
El brazo derecho cae relajado a lo largo del cuerpo, no realizando esfuerzo alguno, mientras el brazo izquierdo se dobla para sostener la lanza que originalmente portaba. A esto se le llama equilibrio dinámico.
La complejidad no acaba aquí, el torso presenta una ligera inclinación hacia el lado derecho y la cabeza gira en ese mismo sentido inclinándose levemente. A esta posición del cuerpo se le denomina Contrapposto.
La belleza del Doríforo reside en su proporción, en resaltar el eje de simetría corporal con esa relajada postura de movimiento vital y, en llevar la atención de la mirada del espectador al extremo de la curva sinuosa que muestra una cabeza, de medida justa, mirada perdida y distante que invita a la reflexión por su serenidad inexpresiva.
Policleto fijó el canon de belleza de forma totalmente matemática en 7,66:1. La altura total corresponde a siete cabezas y 2/3.
El vientre y el pecho están muy marcados y presenta una cierta rigidez y algo de exageración anti naturalista en los pectorales e íngles. En realidad esas estructuras anatómicas son más flexibles y se deforman en esa postura.
El David es un bloque de mármol de más de 5,17 metros de altura, (3 veces mayor que el natural) representa a un hombre joven en actitud de contrapposto, como el portador de lanza (dori) de Policleto. La mano izquierda está en contacto con el muslo en una postura que sugiere la presencia, oculta, de una piedra. Mientras con la opuesta sujeta el extremo de una honda que se desliza por el hombro izquierdo cruzando la espalda, por detrás. A escala humana esa honda haría 110-120 cm.
“Escoged a un hombre y que venga contra mí. Si pudiere pelear conmigo y vencerme, nosotros seremos vuestros siervos; mas si yo prevaleciere sobre él y lo matare, vosotros seréis nuestros esclavos“
Apareció de entre la multitud un pequeño muchacho, un pastor llamado David. Aquel muchacho metió la mano en el zurrón, saco una piedra, la puso en la honda y disparó. El gigante cayó fulminado en el suelo con un tremendo impacto de la piedra en medio de la frente. Corriendo, David se acercó a él, cogió su espada y decapitó al gigante Goliat.
Durante siglos, esta historia, ha servido a todas las generaciones como ejemplo de valor, de seguridad, de libertad. Cualquier cosa, por muy grande y difícil que sea, podemos vencerla si nos lo proponemos.
El símbolo de libertad se corresponde con la libertad del artista al representar una figura bíblica desnuda sin obviar genitales, no circuncidados como sería lo esperable, ni otros caracteres del dimorfismo sexual.
Ciertamente no nos encontramos ante un muchacho sino ante un gigante de 5 metros de
textura minuciosamente pulida. Tomando los mismos puntos de referencia que en el Doríforo, la cabeza resulta mayor. Sus manos, pantorrillas y media pierna son más grandes. Es notoria la potencia y tamaño de la mano derecha, que sujeta la piedra.
Aumenta los volúmenes para simbolizar la fortaleza, no sólo física, del rey David. El índice antropométrico HBR (Head-body ratio) estaría próximo al de un joven de 165 cms.
Los puntos de mayor carga se muestran, en amarillo, en la foto realizada con escáner
A estos recursos expresivos de Miguel Ángel, se les ha dado el nombre de “ terribilitá”.
Por lo demás el esquema es muy similar al del Doríforo.
Miguel Ángel representa al rey David como un joven atleta en la plenitud de su vida. Emplea el Contrapposto para destacar el perfecto equilibrio dinámico. Obliga al espectador a abandonar el plano frontal para buscar la mirada y la expresión del pastor. La cabeza nos permite percibir la pasión del rostro, con su intensa sensación de vida interior, de figura que respira, casi jadeante, a la expectativa de un acontecimiento culminante. Es la misma expresión patética, fuerte, dramática, del Moisés, del Esclavo... Es la citada terribilitá de Miguel Ángel.
Una observación atenta de sus rasgos corporales, gestos o expresión del rostro, pone
al descubierto el apasionamiento de un hombre sometido a una gran tensión interior. Si Donatello había representado el mismo tema en el momento posterior a la victoria sobre el gigante Goliath, Miguel Ángel elige un momento de gran tensión espiritual y física, el de la preparación previa al enfrentamiento, en el que el joven rey de Israel, pone todos sus músculos en tensión, incluso los tendones y las venas son claramente perceptibles , y observa atentamente al enemigo que, imaginariamente, se sitúa a su izquierda. Desde ese punto de vista es fácil que el espectador sienta, tras de sí, la presencia de un titán, mucho mayor, sobre el que David fija la mirada para calcular la distancia y contrarrestar la velocidad de acercamiento.
La prensa rosa establece el parecido con personajes conocidos. Para ver si ese parecido puede existir debemos comparar, unos pocos de los infinitos planos del rostro de David, con los rasgos de una persona real.
Diríamos a priori que parecen exagerados, sin embargo Miguel Ángel es un maestro de las proporciones antropométricas. Los ojos son grandes, es cierto , la cara es corta y redondeada como la de una mujer, o un muchacho. La boca es muy pequeña y los labios muy delgados. Las aletas de la nariz están abiertas., el ceño fruncido y los ojos se hunden .
Hay diferencias con un rostro real pero, son milimétricas, y siempre a favor de la expresión.
Los profesores de anatomía se asombran del elevado conocimiento de musculatura, tendones y venas de Miguel Ángel. Está todo lo que define un cuerpo humano pero, resultan evidentes las manipulaciones que idealizan la realidad y, buscan efectismos del tipo indicado al principio.
Elaborada simetría, diferencias sutiles con la realidad, exageraciones anatómicas, intencionalidad oculta en los detalles, búsqueda de empatía a través de la expresión del rostro, objetos semiocultos que la mirada ha de descubrir, obligando a dar la vuelta a la imagen y, colocando al espectador en los puntos elegidos por el artista, excitación de la imaginación al recordar la historia conocida. Descubrimiento de nuevos planos y detalles sorprendentes.
Es un hecho la cantidad de puntos de actividad cerebral que los neurobiólogos ven encenderse en las Resonancias magnéticas funcionales del cerebro mientras, los sujetos, inspeccionan una obra de arte. Los ensayos muestran cómo algunas áreas, no precisamente relacionadas con la sexualidad, alcanzan ante una estátua, mayor intensidad que ante un estímulo real.