“El profesor universitario si además es artista, se encuentra atrapado entre dos realidades. La realidad de su obra sólo tiene la dificultad íntima y técnica de su realización. ¿Cómo racionalizar y comunicar discursivamente al alumnado esta realidad artística si se sabe muy íntimamente inexplicable?"
"La forma tiene en escultura mucho más peso específico que el fondo o el significado.
¿Qué ha de tener un volumen, además de estar hecho por el hombre, para que sea escultura?
Consciente de la dificultad de la respuesta, sólo puede intentarse una aproximación subjetiva. Me gustaría que escultura fuera el volumen dibujado en el espacio con intención escultórica, esto es, como expresión del espíritu. Con voluntad de serlo y capaz de hablar de algo a alguien.
Mi maestro, el escultor Josep Rebull repetía a menudo algo que puede parecer una expresión efectista, más que una definición seria. Analizada a fondo no he encontrado otra más concisa y amplia, además de profunda y exacta. He de confesar que al comienzo no entendía todo el contenido de tales términos aparentemente absolutistas y ambiguos.
La Escultura es un agujero en el espacio.
Ha de entenderse como si dijera: Para que una escultura sea realmente buena escultura, ha de ser sencilla y pura como un agujero en el espacio.
Por la dificultad de decir aquello que no puede explicarse, el lenguaje no puede tomarse, como en poesía, literalmente sin perder su esencia. La expresión usa la idea del espacio pero no como algo negativo y vacío. Agujero en el espacio es la forma del espacio. Cierta forma de escultura abstracta de nuestro siglo ha escogido el camino de distribuir los elementos escultóricos de forma que, el espacio limitado entre ellos adquiera una importancia plástica.
Mi idea del concepto escultórico incluye esta pero va más allá. Es evidente que toda forma o volumen es también espacio. El volumen puede ser de índole muy diverso. La idea de espacio se nos muestra como algo sin textura, rugosidad, ningún accidente sobre el que pueda detenerse nuestra atención. Poéticamente la idea de espacio es la idea de pureza de forma, sin el objeto material.
Para definir el concepto escultórico necesitamos ambos términos, agujero y espacio. Agujero es la forma concreta, el espacio dibujado. Difícilmente concebimos un agujero con textura. Lo imaginamos como algo agujereado, pero el agujero mismo sigue siendo puro sin apariencia o naturaleza concreta. El espacio, en general, es la forma pura, indeterminada. De esta manera el concepto escultórico más auténtico es aquel desnudado de toda textura y cualidad epidérmica. El toque del autor, o la textura, es su grafología. Sólo puede hablarnos de la psicología del poeta, pero no nos dice nada del contenido del poema”.
A Jassans le interesa la escultura vista desde fuera y no tanto el oficio, los materiales, los acabados, las texturas, cosas a las que suelen darle mucha importancia otros artistas o la mayoría de críticos de arte. Intentaba que sus alumnos se dieran cuenta de ese grave error.
Disfrutaba de la talla, especialmente en madera, porque le permitía conseguir ese agujero en el espacio. Ese acabado perfecto, ajustado a la micra, como el que deja el paso incesante de las aguas del río sobre el canto rodado.
La talla es substracción y es el complemento ideal del modelado que trae la forma a la luz, a través de añadir materia, recreando el acto de la creación.
El espacio interior, el espacio agujereado del humano vivo, ha de proyectarse en la superficie simple y perfecta impregnándola, como hicieron los clásicos, de la esencia de lo vivo, de la naturaleza plena, única capaz de ser captada universalmente, en cualquier época y contexto social, por el homo sapiens.
Decía que:
“La forma humana viva no se aprende ni en los libros, ni con la palabra ni con disecciones, ni dibujando huesos y músculos. Se aprende de la atenta observación del hombre en vivo.
A diferencia de la Ciencia a la que se llega por razonamiento, al arte se llega por otros medios de percepción, de síntesis, lo que no excluye ni el conocimiento científico ni el razonamiento, aunque no son imprescindibles. Se dosifican en proporciones indeterminadas junto a una buena dosis de intuición, de sensibilidad, capacidad de visión y algunas veces cierto automatismo. Saber mucha anatomía no garantiza la realización de una buena escultura. Saber dibujar la realidad sí que puede conducir a una buena realización escultórica”.
Curiosamente, una vez más, la concepción del artista tiene puntos en común con la Ciencia teórica. Ignoro si, el escultor y catedrático José Salvador Jassans, es consciente de ello, sin embargo las reflexiones anteriores son similares a las que utiliza el matemático y el físico. Una realidad geométrica inaprensible, definible por puntos, líneas, superficies y volúmenes en el espacio de naturaleza inmaterial e intangible y espesor cero. Si a la entelequia matemática, modelo que sintetiza las leyes naturales que rigen el universo, alguien es capaz de añadir un “soplo de vida”, una imitación que evoque lo vivo, tenemos Arte, al menos el que tenazmente concibe Jassans.