Es viernes. Estamos en Abril. Los pueblos españoles se llenan de turistas y de hijos pródigos que regresan a su tierra para disfrutar de unas cortas vacaciones.
Las tradiciones se repiten. La lluvia también.
Es un buen momento para los amantes de la talla en madera. Las llamadas imágenes de palo salen a la calle en primavera. No faltan en ningún pueblo.
Las posibilidades son mayores en capitales de provincia. Por eso hoy estoy en una. Es pequeña. En realidad una de las capitales españolas de menor población.
La persistente cortina de agua invita a refugiarse en iglesias o en la catedral como es el caso.
Es de suponer que los pasos se cobijen allí.
Con los museos cerrados no confío en encontrar obras maestras del XVII pero si tal vez alguna interesante de artistas actuales.
En el video podéis admirar un nazareno que encontré en una capilla. Recuerda a uno que sale a las calles de Zamora. Aquel lo realizó en 1930 a la edad de 68 años, el reconocido artista valenciano Mariano Benlliure. Este sólo se parece.
La música sacra de fondo es casualmente del siglo XVII. Resonaba en ese momento frente a un impresionante retablo de alabastro datado en 1520 obra del más célebre escultor renacentista, Damián Forment, también
valenciano. He incluido algunas escenas en el video.
En honor al cuatrocientos centenario de su muerte la coral interpretaba obras de Tomás Luis de Victoria, (Avila 1548, Madrid 1611) el mejor polifonista español. Alumno de Palestrina y precursor de Mozart.
Nunca sabe el viajero que regalos pueden aparecer de repente.
La talla que tiene el honor de refugiarse en la Catedral es un encargo de 1949. Se contrató dos años después del fallecimiento de Mariano Benlliure.
La Cofradía quería un artista local. Optaron a la encomienda dos hijos de la ciudad Vicente Valles y Julio Ferrer. El primer imaginero autor de varias Dolorosas una de las cuales, la de Ayerbe, podéis ver en el video.
Al final decidieron recurrir a Fructuoso Orduna, natural de Roncal, el pueblo navarro que da nombre al valle pirenaico más cercano.
Un bedel posó para el artista. Un simple celador de una Escuela que ha sido inmortalizado. Nada menos que la Escuela de Bellas Artes de San Fernando en Madrid.
Fructuoso Orduna (Roncal 1893, Madrid 1973) obtuvo una ayuda de la Diputación Foral para dejar Pamplona y desplazarse a Madrid para perfeccionar su trabajo en el taller de Mariano Benlliure. Ya decía yo...
Entre 1917 y 1922 gracias a otra beca de su Diputación, consolida su formación en Roma.
Profesor durante muchos años en la citada escuela madrileña es nombrado en 1962 Académico de Bellas Artes.
Tras un tercer puesto en 1920 y una primera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1922 es nombrado hijo predilecto de su ciudad. Tiene monumentos urbanos en Navarra, Madrid y Huesca, la pequeña capital que nos ocupa.
No es la gloriosa historia del artista internacionalmente aclamado ni falta que hace. Es madera minuciosamente tallada y policromada que el viajero no ha visto antes.
No lo dudes, hay miles de pueblos y es seguro que alguien ha legado una talla que puedes disfrutar de forma diferente gracias a tu condición lignófila. Acércate y pregunta. Hay una interesante historia detrás del más humilde de los troncos.