En ese retorno a la cultura griega que caracterizó los siglos XV y XVI los artistas estudiaron intensamente la geometría necesaria para sus dibujos. Quisieron hallar la razón que se escondía detrás de la perfección del arte helénico. Y sin duda lo lograron.
El Laocoonte fue descubierto el 14 de enero de 1506 en las excavaciones de las Termas en el área del palacio del emperador Tito (79-81 d.C.). Su descubrimiento causó un enorme revuelo. El escultor Francesco da Sangallo y Miguel Ángel presenciaron la excavación de la obra y comprendieron el valor artístico de la misma aconsejando al papa Julio II que la adquiriera.
El gigantismo del Laocoonte y su emotiva y retorcida expresividad, debió ejercer una notable influencia en Miguel Angel y otros escultores de la época.
Cuando la escultura se descubrió en 1506 le faltaba el brazo derecho, por lo que se hizo un nuevo brazo en posición extendida. Sin embargo, cuando en 1957 se descubrió el brazo original, este estaba doblado, precisamente en la posición que Miguel Ángel había propuesto para la reconstrucción. La estatua fue finalmente adquirida para el Vaticano por el Papa Julio II.
Estamos terminando esta ya larga introducción y aún no sabemos qué contenidos vamos a incluir en este veneficus imagonomicon (del latín mágico tratado relativo al dibujo)